“Salid sin duelo, lágrimas, corriendo”
(Homenaje a Garcilaso)
I
El fresno delicado en tu altiveza,
el céfiro rodando por el río
y el ave en la maleza
tienen más dulce amor que el amor mío.
Escucha mi quebranto,
pequeña flor del lago de mis horas,
más aguas es en mi llanto
que en un río de nieves bienhechoras,
porque es tanto el dolor, tanto el espanto
de este vivir sufriendo
que ya no sé si vivo o estoy muriendo.
Esta verde pradera
que ya otra vez su leve pie pisara,
esta bella ribera
donde mi amor por mi dolor hallara,
este regato fino,
este elevado otero donde el día
se mece más, dudando su camino,
esta pena mordiendo el alma mía
y este callado sino
van trocando la dicha en que solía
recostar mi cabeza en blanco lino.
En blanco lino mi cabeza echada,
sobre la blanca falda y blanco seno
y era su boca amada
la que entre el seco heno
rumor de fuente al labio deshojando
flor entre flor y entre suspiro dando.
II
El viento entre los olmos verdecidos,
el hondo mar y el hondo movimiento
que los verdes y huidos
cauces va desmelenando el viento,
la yedra por el árbol trepadora
menos ungido al árbol que ella al cuello
donde hora tras hora se enredaba su boca enredadora
quedando el alma y flor del brazo bello,
los mismos amadoras cuya amada
corrieron escapando por la umbría,
el ave en la enramada
que pierde el nido do su amor veía,
tendrán nuevos amores, vida alada,
y un nuevo albogue en cada melodía.
Al aire mis suspiros van llevando
nuevas gotas de aire y llanto lleno,
y yo sigo llorando
al canto de los pájaros ajeno,
reirán los regatos bullidores
con el mismo sonar de aquellos días,
se cubrirán de flores
los árboles de la melancolía,
y sólo yo, llorando eternamente,
brotará de mis ojos nueva fuente.
(Publicado en Loreley, 3er canto, Diciembre de 1955, Sevilla.
La parte 1ª también en Ixbiliah, 15 de Febrero de 1953, Sevilla)