A mi hija
(Todavía en el vientre de la madre)
Estás aquí; palpitas; te moldeas;
dan a tu voz su arquitectura humana.
Se inunda de altos trinos la mañana
y empuña el océano sus mareas.
Bulles como una flor. Enciendes teas
de gloria ante mi puerta y mi ventana,
y en el hondón de mi torrente mana
la gotita de vida que aleteas.
Sólo a dos pasos ya de mi alto empeño.
¿Qué células te amarran y sostienen,
qué plenitud de nido te cobija?
Desde los cuatro nortes de mi sueño
-yo, creador de luces que me vienen-
siento latir las voces de mi hija.
(Publicado en La Venencia nº 1, Noviembre de 1960, Jerez de la Frontera)