Décimo poema de olvido
Tu corazón no tiene valladares.
He buscado en los íntimos
corazones del mundo
y eran todos pantanos
donde naufragan músicas y estrellas.
Seguí turbios senderos sin olivos,
sin arados ni espigas,
por terruños estériles que llevan
a lomos los delfines del deseo.
Y ya, desesperado,
cuando creí quedarme entre las cosas
soportando lo ajeno,
cuando esperaba estarme para siempre
entre llamas inútiles,
llegaste hasta mí,
con tu tranquilo corazón de agua.
(Publicado en Alcaraván, Julio de 1951)