Onceavo poema de olvido
No puedo más, no quiero tanta arena,
tanto esperar inútil, tanto llanto,
tanto creer que yo con este canto
me acerco más a tu quietud serena.
El viento tuyo que me desmelena
esta tranquila soledad de acanto,
se me va y se me viene tanto y tanto
que ya de ti mi soledad se llena.
Tu no mirar me está siempre mirando,
a pesar que no sé cómo ni cuándo
ha de ser tu mirar definitivo.
Y tú eres tú, la siempre verdadera,
la que renaces cada primavera
y en cada nuevo verso que te escribo.
(Publicado en Grama nº 9, Noviembre de 1954
y en Malvarosa, 9 de Noviembre de 1954)