Labios para besar
Labios para besar,
sólo labios para besar,
únicamente labios para besar.
Tener la fruta redonda,
tener el deseo frutal
-labios para besar-
y estrujar,
y apretar,
y sorber el zumo lento
del besar.
Si la fruta es amarga
¿qué más da?;
aún es más amargo
no poderse llevar
dulcemente a los labios
labios para besar.
Únicamente labios para besar.
Y empezar,
y no hablar,
y no alentar,
y no derramar
el veneno del beso
fuera de los labios para besar.
¿Y ya qué más?
Dejar el labio terso
como un verso
sin acabar,
como un beso
no terminado de besar.
¿Y ya qué más?
Dejar
en la entraña del beso
eso que se llama
labios para besar
cuando existen labios para besar,
cuando quedan labios para besar,
cuando besan labios para besar.
(Publicado en Ganigó nº 11, Septiembre-Octubre de 1954, Isla de Tenerife)