Horas de estudio
Taladran el cuerpo de la tarde,
cuerpo cansado del día que se marcha,
mis ojos, que gimen por gemirte,
y por besarte gimiendo queda el alma.
¡Oh, triste ilusión del paso tuyo
por la tibia palidez de mi ventana!
La tarde azul se esconde en terciopelo…
Tu imagen por las hojas de mis libros…
En la seca aridez de un teorema
el silogismo de mi amor callado.
(Publicado en Alcaraván, 30 de Septiembre de 1949
y en Rumbos, Mayo de 1950, Madrid)