ROMANCE DE LA ANUNCIACIÓN
Hacia el balcón de la aurora
tienden su cantar los gallos
clavando espolones de oro
en la sombra de los campos.
La noche pierde el combate
y huye, a galope, del llano,
mientras toma el horizonte
una luz para milagro;
y en una pequeña casa,
con costura en su regazo,
pone pespuntes de rezo
María en su estancia orando.
Sobre una mesa cercana,
y en un búcaro de barro,
ramos de acacia florida
tienden al aire sus ramos,
y por la abierta ventana,
entre un murmullo de pájaros,
suena el cantar de la fuente
dándole frescor al cántaro.
Como un cangilón de noria
las horas siguen girando
vertiendo el agua del tiempo
por las acequias del patio.
De pronto, la estancia toda
se llena de un tinte pálido,
un ascua de roja espuma
convierte la cal en mármol,
y como enjambre de oro
que suelta al aire sus rayos,
entra Gabriel en la alcoba
con un verso a flor de labios.
... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
En las barandas del cielo
tocan pífanos y salmos;
arcángeles trapecistas
saltan de un astro a otro astro
enredándose las alas
en los aros de los años,
y los pastores de estrellas,
volviendo a Dios su rebaño,
sueltan cohetes de gloria
a la gloria del espacio.
Todo porque en Nazaret,
entre un murmullo de pájaros,
el vientre de una doncella
se hizo, de proto, sagrario.