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El hombre no se enfrenta con el tiempo;
es el viento quien frena su esperanza,
quien conforma su arcilla a su andadura,
y sumido en el centro de su tiempo
quiere poner en órbita distinta
el latido que espera que le sea
la afirmación del yo contra sus horas,
el árbol contra el bosque, el solo pico
contra la cordillera que le anula.
Pero conforma su materia el día,
hace múltiple arena de su roca
y perfila su "yo" contra un "nosotros",
y se hace tiempo el hombre cuando quiere
evadirse del tiempo que le crea.