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(Parque en la noche)
Gozo del parque en la silente noche,
bajo los altos árboles, sumido
en la penumbra de la luna, sobre
las duras sombras de hojarascas;
gozo del parque y su nocturno aroma
va tejiendo guirnaldas de recuerdo,
y estallan los silencios de la noche
entre el ser y el no ser de la esperanza;
los diurnos "te quiero" ponen fondo
al callar de los pájaros cantores
y el cauce de la noche va llenando
al parque de una música remota
y al corazón de música imposible.
Tendido bajo un árbol, en la orilla,
miro pasar las aguas de este río
y gozo los tarajes, el murmullo
del viento en la enramada, y el pequeño
meandro que sostiene el suave surco
en la contraria orilla en que me encuentro,
y el ímpetu del álamo subiente,
y el robusto eucalipto, y la alegría
de decorar la brisa los vencejos.
La playa en soledad me acoge en brazos
de su invernal y cósmico abandono,
y gozo la ternura de la tarde
y palpito al reencuentro de las olas,
y este plomizo cielo de febrero
va colmando de música infinita
los solitarios y nocturnos parques
que al gozo, y al conjuro de este gozo,
se crecen en regustos solitarios;
y tendido en la arena de la playa
se hace eterna y sumisa la alegría
al leve paso de lejana nave.
Pero mi gozo está de muerte herido,
asaetado de imposibles sueños,
cercenado del ser que lo sustenta
por renuncias, por múltiples renuncias.
En el nocturno parque el gozo duele;
no le podrás tener al mismo tiempo
en su diurna dimensión de alturas;
y estarás en la orilla de ese río,
triunfador y bebiéndote su gloria,
pero no podrás ser al mismo instante
un habitante de sus dos orillas;
ni gozar de la sombra de los álamos
mientras los ves desde la opuesta margen;
y estarás en la playa descubriendo
los confines del mundo, viendo, lenta,
pasar, en soledad, la nave grácil
que al cielo con su vela condecora,
y no te podrás ver desde la nave
nostálgico en la arena de la playa.
Renuncias constriñendo y limitando,
haciendo al hombre ser lo que no ha sido
y haciéndole soñar con un reguero
de muertes de esas vidas que no tuvo.