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(El despacho)
El taller de mis recuerdos,
cueva en que me desmorono,
tiene entre libros mis sueños
y entre piedras mis despojos.
Cartas que yo no escribí
dejan sus negros rescoldos
colgando de las paredes
mis renuncias y sus mohos.
Amigos que yo no tuve,
en cónclave de responsos,
van decorando mi mesa
de sucios papeles rotos.
Mujeres que yo no amé,
entre pétalos de asombro,
inician su letanía
por delante de mis ojos.
Ese yo que yo no tuve
y que a veces hallo a trozos
me va diciendo palabras
que ya ni entiendo ni oigo.
Mujeres, cartas, amigos,
adioses de labios hondos,
todos conmigo en mi cuarto
para buscarme entre todos.
Lo mejor de mí no está;
lo peor de mí tampoco;
(lo mejor está en el aire
y lo peor por el lodo).
Este cuarto sólo tiene
un yo que yo no conozco.