11
Qué larga noche de café y cigarro
abrazándome a tu cuerpo muerto.
Aún conservo en mi mano
el tacto fino de tu pelo,
mis últimas caricias.
Y aún mis dedos conservan
el abandono frío de los tuyos.
Y aún esta pesadilla me alborota la sangre.
Se secan las palabras. Tu vacío
domina mi andadura. Y lloro con la rabia
de no poder tenerte nunca más.