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La garra del dolor ya no me suelta.
Aferra bien su presa y la tritura,
en cadáver de pena la convierte,
en tierra removida
mas no para sembrar.
Ni gestos, ni palabras podrán nunca
desamarrar el nudo,
hacer que se levante la cabeza,
sonreir desde adentro.
Así camino ahora,
con el dolor de tu vacío sin retorno,
solo y gritando al mundo
lo injusto de tu muerte.