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En las pequeñas cosas
tu ausencia duele más.
En el partir el pan para la mesa
con tu sitio vacío;
en dar las buenas noches a tu hermano
con tu cama ya inútil;
en llevar a tu hermana hasta la escuela
cuando siempre ibais juntos...
Y siento entonces que el dolor
es un volcán que me erupciona dentro
desgarrando las vísceras,
que aún me resisten, por desgracia.
Con la seguridad
de ir negando por siempre a tu presencia
todo el pan y la sal de mi cariño.