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Hay días que parece
que se sacude uno
la madición de no tenerte.
Hace proyectos,
esboza soluciones
para el problema de ir recomponiendo
con trozos una vida
que se rompió en tu muerte.
Pero dura muy poco,
y vuelve con su espeso agobio el llanto
de no encontrar a mano un horizonte
que te llevaste tú para los restos.