25
Yo no siento tu muerte en mi dolor
que al fin y al cabo es cosa mía
y lo debo aguantar
mientras que pueda.
Sólo siento tu muerte
por ti,
porque no habrás vivido lo bastante
para saberte henchido,
porque ya no tendrás para tu gozo
los años que pudieron ser la vida,
que, miserablemente, te han robado.