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Sustentan mi fachada y mi esqueleto
los muertos que maté de amor y olvido;
unos me gritan quejas al oído,
otros me lanzan ráfagas de reto.
Se adensan en las tierras de mi seto
porque fueron los yo que yo he perdido:
canto de cisne, tributario nido,
partida rama de un partido abeto.
Esos muertos habitan mi memoria,
edifican los surcos de mi historia
porque fueron mi forma y mi costumbre.
Viven su muerte en glorias de miseria
pero no contarán lo de su feria
ya que bebieron de mi pesadumbre.