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Vengo de pasear eternidades
llevándome a mi muerte por compaña;
mientras carcome el fruto de mi entraña
derriba el árbol de mis soledades.
Alimento a mi muerte con mitades
de sueños, con despojos de guadaña.
Ofidio vivo, venenosa araña,
que apaga el fuego de mis dos verdades.
Cenizas de hombre con dolor respiro
cuando mi muerte crece con los restos
de tiempo que en harapos me desploma.
Miro al espejo y mi esqueleto miro,
y tiro en sombras los escasos gestos
que me han quedado... y que la muerte toma.