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Cambiaba por silencios los ruidos.
Poderosas tristezas
le arrinconaron en la nada. Nadie
lo imaginaba, y sin embargo
sólo quedó la cáscara vacía
que lo tuvo aún en pie por mucho tiempo.
Desató las amarras,
se sumergió en olvidos
para no recordar otros islotes
que fueron antes
habitaciones y refugios.
Se descolgó la vida como un traje
que ya no le sirviera
y el silencio cerró su último gesto.