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De mis pupilas cuelga como un mundo
de pájaros vencido. Roto vuelo
que desconoce el aire. Roto salto
que sucumbió a los vientos de la noche
y me dejó un reguero de tormentas
plantado el manantial de la amargura.
Cada vez que el recuerdo intenta, en vano,
la aventura con alas voladoras
para surcar el tiempo, nuevamente
se rompen las amarras de mis naves,
se derrumban mis pájaros, y sólo
queda un llanto colgando en mis pupilas
como un turbio carnet de identidad.