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Cantaban las ausencias
una canción desesperada.
Eran trinos de pájaros perdidos,
campanas ya perdidas para siempre,
risas de niños que se fueron, lentas,
por ese sumidero que es la vida.
Alguna vez, no obstante,
creía revivir en los recuerdos;
pero era en vano la ficción.
Sucede
que se amontonan los recuerdos como
injusticias del tiempo, como leños
para la hoguera en que tendrás que arder.
Terminan los olvidos por dejarte
una canción desesperada
en la que sólo desafinas tú.