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Acaban los caminos bruscamente
en el desierto y en la soledad.
Fue un engaño la ruta. Si hubo luces
en las últimas ramas de los chopos
que flanqueaban los senderos, si hubo
trinos y brisas y recuerdos, nada
quedó cuando el camino, con la noche,
en la desesperanza desemboca
degollando las voces, los anhelos,
los sueños más queridos que tuvimos.
En el desierto y en la nada acaban
los múltiples caminos que empezamos
creyéndonos la vida por delante.
Fabricamos de empuje un edificio
que se nos desmorona con el viento...
Arena y más arena es todo norte.
Y si el camino acaba, ¿qué nos queda?