a Carlos Murciano.
Me va royendo el hueso mi gusano.
Un poco más de aquí, un poco menos
de allá, y sigue y, terco, sus venenos
va talando la luz de mi verano.
Y yo como si no; mi ardiente mano
acaricia cabellos, tibios senos,
y en garra o zarpa van mis dedos llenos
de gusano y amor y más gusano.
Pero sigue y no cesa su carcoma.
Yo le conozco bien; viene repleto
de sed de vida y gesto taciturno.
Sólo el gusano y yo; y no, no es broma
ir con la muerte sobre el esqueleto
esperando que Dios nos marque el turno.