a Antonio Olmedo, Luis Guerra Cadilla y
Jacinto Ruiz Santiago.
Miradme aquí, tendido, delimitado, exacto,
redimuerto y grandioso desde mi soledad,
caricatura ufana, ridícula esperanza
de mi yo, sostenido con destrozadas rocas.
Miradme aquí, vuelo cortado y roto
despertar hacia claros horizontes precisos,
sólo masas informes, esqueletos de dicha
ponen su nota oscura en este gris concierto.
Y me pregunto y digo si habrá algo que pueda
elevarme y alzarme a los vértices puros,
salvarme de esta pena, de esta serpiente inútil
que comprime mis vértebras casi amorosamente.
Nadie responde nada, ladrar de estrellas sólo
sobre este humilde cuarto de pensión que me acoge,
y la noche se aleja como una carcajada
huyendo del naufragio cósmico de mi cuerpo.
Yo, muchacho español, andaluz por más señas,
que a veces hasta lucha, y escribe versos, y ama,
esta noche de Julio, cuando todo está claro,
cuando todo está en gozo naufrago en tierra firme,
mientras que mi tristeza me acosa en cada esquina
saliéndome al encuentro como sucia ramera.