a Maruja y José Luis Tejada.
Si digo mi penar yo sólo hostigo
contra mí mis lebreles, y se amasa
mi pan con agria harina, y se me arrasa
mi campo y se me tapia mi postigo.
Pero si callo lo que tengo y sigo,
y vivo sin decir lo que me pasa,
se derrumban los muros de mi casa
y se agosta la espiga de mi trigo.
Pero si callo y digo y digo y callo
y no me encuentro donde yo me hallo
¿cómo entender esta desesperanza?
Si callo, las palabras me consumen;
si digo, se me rompen y, en resumen,
es cambiar el morir de espada a lanza.