(Juicio)
A mi madre.
Entrego el testimonio de mi vida
y mis versos dan fe de sufrimiento.
Como fiscal, recuerdos de mi aliento;
como abogado defensor, mi herida.
Testigo soy para la causa habida
del mundo contra mí, y me presento
en cruz y en cuadro frente al aposento
donde habrán de juzgarme a mi partida.
Me acuso y me defiendo; y sobre el río
de los versos que no escribí, extendida
la mano, juro el peso de mi cargo.
Visto para sentencia: el tiempo mío
me condena a la pena de la vida
para seguir muriendo, sin embargo.