a Julio Mariscal y Manuel Mantero.
La muerte va lamiendo mis cimientos,
llena mis ojos con su telaraña
y ahora recojo fruto de guadaña
porque me hice sembrador de vientos.
Al aire lanzo los torcidos, lentos
castillos de aire que mi aliento engaña
y sólo tengo un llanto por cabaña
para acoger mis lutos cenicientos.
Porque luto por mí llevo y respiro
mi luto a cada hora y sigo y tengo
luto por norte y luto por bandera.
Voy con mi muerto a cuesta y tengo y miro
mi muerte en el espejo y llego y vengo
lleno de muerte hasta la gusanera.