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(Las columnas del teatro romano de Mérida)
A Josefina Cruz Villalón
y Conchita Quintanilla
Sin peso y sin volumen se levanta
la piedra. Espíritu y estirpe en vuelo
desde Roma, por fecundos caminos
de esa latinidad hacia mi Hispania.
Por caminos de estatuas y de hexámetros
por versos de Lucano y estoicismo,
de Séneca, por puentes y acueductos
me llega el vuelo de la piedra, el poso
de la sangre del Lacio, el agua amarga
que desemboca en mí hacia el futuro.
En esta piedra está mi historia. Acaso
ni yo mismo lo sepa. Pero un tiempo
respiraba por mí, y me intuía;
caminaba por mí, y me elevaba;
descansaba conmigo en el subsuelo
ignorado de las generaciones
que me han ido esculpiendo en luz y en sangre.
En esta piedra está mi historia. Puedo
en su esbeltez leer los hechos; noto
que los canteros la labraron para
darle cobijo y fuerza a mi medida,
para que sustentaran mi contorno,
para que yo pudiera reencontrarme
en la columna y piedra y voz de Mérida.