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Nada de horizontes, nada.
Sólo montañas altísimas
que no serán escaladas;
sólo vientos, duros vientos
sin cobijo ni cabaña,
sólo turbulentos ríos,
precipicios, simas, águilas
que hacen más cierto lo cierto
de un horizonte sin nada.
El mismo mató sus versos
y no bebió de sus aguas;
y un día murió esperando
lo que nunca adivinara.