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No existen las paredes. Sólo el frío
de estar solo. No apartan las paredes.
Eres tú quien te apartas y no puedes
salvar el tiempo y remontar tu río.
Es en tu pecho donde está el vacío,
tú mismo la muralla, tú las redes
que te sostienen para que te quedes
en cruz y en sombra, a solas con tu estío.
Ni con recuerdos romperás las rejas
de esa cárcel de ti que te está atando
porque no son paredes las que oprimen.
Tú seguirás con las palabras viejas
intentando tirarlas; no saltando
por la tristeza en que tus huesos gimen.