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Si mis ojos tocaron la esperanza
alguna vez, y alguna vez mi mano
acarició el trigal de su verano,
son viejos días que mi voz no alcanza.
Si alguna vez sostuve la balanza
de la alegría y alguna vez en vano
la buscaba, no hallaba en mi pantano
más que restos vencidos de añoranza.
Porque quise encontrarme la alegría
deslumbradora, la que deja ciego
de luz y en luces quiebra tu quebranto,
ignoré la pequeña que salía
al paso en mi camino para luego
vivir de su vacío y de mi llanto.