8
Se va buscando un río que ha bañado
nuestra niñez de sol y de sosiego,
nuestro primer amor y nuestro ímpetu,
y no se encuentra el cauce, las chumberas
que orlaban sus orillas, ni el molino
que detenía el agua y nuestros juegos.
Se va buscando el canto de unos pájaros,
la aventura gozosa de unos nidos
entre las altas ramas de los chopos,
el acechar cernícalos que caen
bajo el peso del sol, a plomo, y rompen
la seca siesta de mi pueblo, sobre
la cortadura a pico que lo eleva.
Se va buscando al niño que he tenido
ayer, hace diez siglos, como un viento
que me azotó, quebrando ramas altas,
corriendo arduas pendientes, más suaves
que esta empinada cuesta que ahora intento
remontar o vencer contra corriente
de unos años que van en catarata
llevando ahogado al niño que he perdido.