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Para Rosa Díaz y Juan Ortega
Encerrarse entre libros,
entre clasificaciones y entre esquemas,
puede ser la traición, pequeña o grande,
que a la vida le hacemos.
A veces cobardía, y otras veces
comodidad, que es otro modo
de hacer oficio de la cobardía.
Enarbolamos las banderas
que nunca nos hablaron de sus ímpetus;
nos forramos
-con acero, eso sí-
por mor de los regresos y las renunciaciones,
de unos escudos
que nos protegen -dicen-
que nos salvan de inútiles locuras
para poder gritar que estamos vivos.
Cogemos los residuos de la pena
y hacemos un castillo
-eso siguen diciendo-
para que nada nos altere...
si es que puede alterarnos algo ya.
Y la verdad se impone
al fin, por muchas fuerzas
que hayas gastado tú en disimularla;
y hundimos los conceptos,
porque al final de todo
no te encuentras contigo, ni siquiera
en ese engaño que has creado.
Sólo sabes
que todo pudo ser de otra manera.