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Para Alejandro Fernández Cotta
Es peligroso, rezan los anuncios,
asomarte
al interior de tus ventanas.
Corres peligro porque puedes
precipitarte en un paisaje oscuro
que no sabías que llevaras dentro
y no te satisface contemplarlo;
es peligroso porque ocurre
que habrán de golpearte en las entrañas
esos árboles secos del recuerdo
que ya creías pasto de jaguares
pero que siguen vivos... devorándote;
y es peligroso, en fin, porque sucede
que te encuentras contigo y no te gusta
que haya testigos
en tu derrumbamiento.
Por ello recomienda la prudencia
cerrar a cal y canto las ventanas
para evitar las tentaciones;
tapiarte los postigos con olvidos
tan grandes como puedas fabricar;
deshojar en luciérnagas
los potentes relámpagos que puedan deslumbrarte,
y si es preciso
atar al cuello de tus esperanzas
las piedrás más inútiles que tengas
en el desván de la memoria.
De este modo
te salvas del peligro, aunque te cueste
perder la maravilla
de arrojarte al peligro
que va rugiendo en ti...
y que eres tú.