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A mi familia Olivares Santiago
No pido nada
porque nada estoy dispuesto a dar.
Y no consigo resolver enigmas
que yo mismo me propongo.
Alienta
la contradicción en mis palabras,
porque soy
una contradicción en carne viva
que arroja al muladar los sueños
para seguir buscando en muladares
los sueños que arrojé.
Me acarician las pléyades
cuando respiro tierra, y salgo, lento,
buscando tierra cuando me apasionan
las constelaciones de los otros.
Y no tiene remedio esta batalla
en la que al mismo tiempo represento
el papel de vencido y de vencedor.
Quizás podrían
las saetas que clavan su veneno
dar un deslumbre de ignorancia
a la sabiduría de la pena.
Pero supongo que por mucha calma
que le ponga a los vientos que me abaten,
mostrarán las heridas de esta lucha
que vuelve vulnerable a la osadía
de pensar que estoy vivo,
para luego
aplastar la belleza
con esa fealdad que permanece
latiendo en cada gesto que los días
obligan a cumplir, como si todo
no fuese más que el esqueleto
de las contradicciones que me aterran.