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A José Antonio Ramírez Lozano
Ya sabes que has perdido tus papeles
y andas girando al son de la agonía.
Ni siquiera hace falta
que el espejo te diga lo imposible
de encontrar los caminos
que te lleven de nuevo
al cerro en que plantabas
tus tiendas de corduras cada día.
Podrás disimular con las caretas
que un carnaval de oficios te procura,
montarte al carrusel de los trabajos
y saludar atento a quien se cruce
con la sombra que llevas por persona.
Pero sabes de sobra y sin remedio
que todo se acabó,
que andas vagando,
-monte de contradicción- entre las gentes,
buscándote y sabiendo
que no te encontrarás por más que indagues
dentro de esa coraza que te pones
para aguantar las lluvias
de tus mediocridades.
Y si a pesar de tantas precauciones
algún rayo de luz te la atraviesa,
quédate ciego y muérete,
porque de todos modos
hay que dejar las cosas en su sitio,
y no es tu corazón
el lugar apropiado
para milagros que no quieres.