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Para mi hija Mª Teresa
Las cancelas que intentas
abrir en ocasiones,
se cierran sin que nunca las traspases.
Al otro lado el mar, los universos
de luz, los infinitos
sones de caracolas presentidas
que podrían latir a tu compás.
Pero te quedas,
monolito de sueños carcomidos,
queriendo levantar sin entusiasmos
otras cometas que se te desinflan
antes que prendan vuelo.
Casi todo
te indica que es lo exacto;
pero surgen
señales que le van poniendo límites
a tu capacidad de acoplamiento.
Y por si fuera poca tu desgracia
te das cuenta que pronto se te rompen
-como si no importara lo más mínimo-
las últimas razones que pudieron
lanzarte a la batalla.