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Para mis sobrinos Manolo, Ignacio,
Mercedes, Ernesto y Raquel
Por cada voz que callas
mil voces van rugiendo tus silencios.
Es inútil meterse
de cabeza en latidos
porque habrás de quedarte boqueando
cuando te falta el aire de tu atmósfera...
si es que has respirado alguna vez.
Pero procuras
vadear las corrientes
para acrecentar tus importancias,
demoler los conjuros
que acechan en horóscopos,
en cartas de tarot
o en rayas de las manos,
creyendo que te fijas tus destinos
cuando no tienes más que esa hoja seca
que el viento oprime contra las murallas
de tu desolación, contra las cifras
de un número perdido
del que no conocerás nunca
ni su comienzo
ni su final siquiera.