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Para Joaquín Márquez
Hay en el mundo historias
que merecen grabarse
a fuego en la memoria de los hombres
para que permanezcan
mientras dure la humanidad.
Otras, en cambio, sólo admiten
una pequeña ráfaga de luces
que alcanza un contorno reducido
donde, para unos pocos, resplandecen
y adquieren la importancia de un momento.
Y otras, en fin, como la mía,
a la que sin que nadie se dé cuenta,
la amarga ameba del olvido
la absorbe y la hace carne
del desconcierto y la futilidad.