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Para Eugenio Salazar
Intentas arrojar al fuego
los múltiples espíritus
que te van devorando.
Inútiles empeños...
porque sólo
te podrás liberar de los fantasmas
que te consumen cada instante
si eres capaz, en trance de cordura,
de asumir con reaños
esa postura heroica y sencilla
de arrojarte al fuego tú.
Y otra vez te traicionas, porque no habría
ni sencillez
ni heroísmo;
sólo miedo,
sólo la comodidad de sacudirte
las molestas avispas que te clavan
sus aguijones de impotencias.
Puede incluso
que te levantes monumentos
en los sombríos parques
de tus indecisiones;
pero tendrás, por mucho que lo evites,
que terminar reconociendo
a tu pesar, cuando te encuentres solo
contigo y sin disfraces,
que hubo una solución:
no haber nacido.