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Para el poeta Onofre Rojano
y para el amigo José Luis González
Inútiles respuestas
se niegan al tamiz de la palabra
y al vuelo de palomas.
Constreñidas
se quedan en el globo desinflado
de lo imposible, en las esferas
de aquellas llamaradas que no pueden
surgir de las cenizas, en sucesos
que a otros le ocurren, pero nunca a ti.
Y tú sigues nadando a contra tiempo,
rescatando al naufragio rebeldías
que apagarán silencios nuevamente,
procurando
que no se note que la ropa pudo
mojarse en la aventura; por supuesto
querrás poner bajo tejado
lo que debías pregonar a gritos
para intentar salvarte.
Pero siguen
machacando respuestas los intentos
de preguntas inútiles que callas
como si el viento no mordiera peñas,
no derrumbara pájaros
ni pusiera tu duda en la picota.
Después de todo,
poca importancia tiene
-si te has quedado mudo-
que sepan los demás
que has muerto envenenado
por palabras que te fuiste bebiendo
para que la cordura mantuviese
su inhóspita apariencia.