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Escribir un diario
es como asesinar el tiempo,
o quizás peor,
es como si pusieras
a tus recuerdos más ocultos
en cadena perpetua sin posible
remisión por conducta
acorde con las normas.
Por todo ello,
escribir un diario
no es más que someterse a la picota
por haber intentado inútilmente
beber dos veces en los mismos vasos,
vivir dos veces en los mismos besos
y al final, por supuesto,
quedarte con la nada entre las manos.
Escribir un diario, si te atreves,
no es más que condenarte a la pobreza
de saber que te has muerto
y no admitirlo.