[...] Quiso tener el mundo, vivir en la sonrisa,
vencer sobre la muerte, alzar triunfos de todo
y todo se le vuelve viento en una cornisa,
ademán taciturno, sombras en un recodo.
Atrás dejó la dulce plenitud de su día,
las brisas suavísimas que le dieron abrigo
y ahora camina solo, árbol sin melodía,
sin llevar ni un recuerdo ni una mano consigo. [...]
Qué larga noche de café y cigarro
abrazándome a tu cuerpo muerto.
Aún conservo en mi mano
el tacto fino de tu pelo,
mis últimas caricias.
Y aún mis dedos conservan
el abandono frío de los tuyos.
Y aún esta pesadilla me alborota la sangre.
Se secan las palabras. Tu vacío
domina mi andadura. Y lloro con la rabia
de no poder tenerte nunca más.
Será bello el amor en primavera,
pero en diciembre, al crepitar del fuego,
se encienden los rescoldos de ese luego
que no pensamos que existir pudiera.
Nos dicen que es la muerte quien espera;
nos dicen que el amor es niño y ciego.
No permiten jugar; pero este juego
lanza al final su póstuma bandera. [...]